Es una de las escenas más tétricas, y quizás la más afín a
El Aquelarre, no sólo por los ojos rojizos y fijos de las lechuzas, sino porque también podría tener correspondencia con una estampa
Dentro de las llamadas "pinturas negras" son diversas las obras que, como
Dos viejos comiendo, han permitido calificar a Goya de precursor del expresionismo. La visión angustiosa de la vejez como suprema maldición, de tanta tradición en la literatura española, se expresa aquí con una dureza cruel de la más honda vena expresionista. La gula, en las bocas desdentadas de estos monstruosos viejos, adquiere una expresión casi diabólica.
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